Desde que se empezó a hablar del éxito como realización personal más que como conquista de puestos o sueldos elevados, la productividad ha estado en entredicho. Ciertas tendencias de psicología han primado características personales como el carisma, el magnetismo personal o las habilidades sociales frente a valores anteriores como el esfuerzo, la disciplina o el conocimiento. En productividad, la cantidad ha dejado de ser tan importante y ha empezado a serlo la calidad. Estos enfoques insisten en que “amando lo que hacemos” seremos más productivos (recordemos el famoso discurso de Stanford de Steve Jobs)
Sin embargo, Stephen R. Covey y otros autores reivindican la importancia de los hábitos, la constancia y el trabajo duro para conseguir objetivos, y por tanto la cultura del esfuerzo no está tan en desuso. Entonces, ¿Es más importante hacer lo que verdaderamente te gusta, aunque no lo compre nadie, ni consigas una producción significativa? ¿O lo es producir con esfuerzo más y más, sin importar si lo que produces está en sintonía contigo? Para responder a esto, hay que centrarse primero en saber qué es importante en la vida para cada uno.
La rueda de la vida
Se dice que aparte de estar bien situado y remunerado económicamente, es importante tener una vida familiar rica, una buena salud y estar a bien con uno mismo. El ejercicio de la rueda de la vida se creó para esclarecer cómo estamos y cómo queremos estar en los principales aspectos de la vida. Aunque hay variantes, los aspectos que contempla son ocho: Salud, Amigos, Familia, Desarrollo personal, Pareja, Diversión y ocio, Trabajo y Economía.
El ejercicio consiste en evaluar del 0 al 100% el estado cada una de estas variables en nuestra vida y ver el resultado al unir los puntos. Una gráfica con un círculo muy pequeño o formas muy irregulares nos dará una idea de las áreas que tenemos que mejorar.
Otra parte del ejercicio supone rellenar la rueda con como desaríamos estar en cada área de nuestra vida.
Un enfoque que prima la empresa sobre el empleado supone que el primero dedique horas y horas a la empresa, en menoscabo de su familia, pareja, círculo de amistades e incluso salud. A la larga el empleado se quema y tampoco sirve a la empresa. Un enfoque que prima a la persona sobre la empresa supone que el empleado dedique mucho tiempo y recursos a proyectos como el de la pareja y la familia, así como su propio desarrollo personal, sin que nada de esto redunde en beneficio de la empresa. Pero a la larga, tampoco será bueno para él mismo, porque será peor considerado y sus ingresos disminuirán.
Se ha dicho que cuanto mejor esté la persona, más productiva será, y no siempre es así, o no siempre hay una relación directa. Esto se debe a que es difícil definir cuándo la persona “está bien”, y podemos confundir comodidad con realización. La rueda de la vida nos ayuda a no descuidar ningún aspecto importante.
El verdadero concepto de productividad.
Para avanzar del estado actual al deseado, son importantes los objetivos o metas. Es decir, definir claramente qué queremos profesionalmente y personalmente. Una vez tenemos esta jerarquía de objetivos, iremos un paso más allá cuando priorizamos y hacemos antes y en menos tiempo aquellas tareas, personales o profesionales, que nos acerquen a ellos. Y aquí sí podemos alinear nuestros objetivos con un socio o una empresa. Porque no se trata de un concepto difuso de amar lo que hacemos, sino de fijar unos objetivos claros y poner los medios que nos acercan a ellos.
Por tanto, productividad no es dedicar horas y esfuerzos ingentes a un resultado que nos es ajeno. Más bien se trata de lograr un equilibrio entre tiempo y energía que nos permita lograr a un buen resultado acorde a nuestras metas. Y, si trabajamos en una empresa, también a las de la empresa, con los que estaremos alineados.
En el próximo artículo hablamos de técnicas de productividad y explicamos algunas. De momento, solo resumir tres principios de productividad.
- Identificar los objetivos o metas más provechosos para nuestro desarrollo humano o profesional.
- Priorizar las tareas relacionadas con esos objetivos o metas.
- Aprender a gestionar adecuadamente el tiempo, energía y recursos económicos limitados de que disponemos.